Reapropiación del intelecto general

Nuestra forma de vida actual nos ha acostumbrado a que tercericemos tareas, responsabilidades e incluso decisiones que históricamente han sido personales.

Delegamos la tarea del cultivo de nuestros alimentos, de cocinar, de cuidar a nuestros hijos, de búsqueda de pareja (por ejemplo en los sitios de citas), de narrar historias, de entretenernos e incluso nos hemos desapropiado de las decisiones sobre nuestro propio cuerpo, al punto de que la opinión de un médico es una sentencia (casi) incuestionable.

Esta breve nota habla sobre la reapropiación:

Reapropiación del intelecto general

Escrita por mi y publicada originalmente en C.U.V.A. en Enero de 2012

Pareciera que este artículo habla sobre software, pero es sobre algo mucho más esencial que eso. Aunque también habla de software…

Ayer fui a la casa de mi hermana y mi sobrino que tiene seis años de edad necesitaba que le re-instalara el software de su computador, como por tercera vez en el año. ¿Qué hace un niño de seis años con un PC? Mucho más que el usuario promedio. Desde hace casi tres años ya sabe manejar el sistema lo suficiente como para obtener lo que quiere. Primero fueron juegos instalados, luego aprender a escribir en un procesador de texto y desde hace más de un año que navega por Internet sin ninguna dificultad para encontrar lo que quiere, que generalmente son juegos en flash o algún video en Youtube.

Su computador es básico, quizás muy básico… un procesador parecido a un Celeron con Quinientos doce Kb de memoria RAM, siendo que los Netbook más básicos que hay en el mercado tienen el doble (Un giga).

Al ver su Windows XP lleno de virus, spyware y quien sabe que otra cosa, recordé las palabras de Slavoj Zizek, donde explica el cómo Bill Gates se hizo tan millonario: No tiene nada que ver con que haga un buen producto, solo se apoderó de lo que Marx había denominado el “intelecto general”, que si lo comprendo bien, corresponde a nuestros sistemas de producción cultural. Básicamente nos han convencido de que hay solo una forma de generar producción intelectual y esta es a través de Microsoft Windows.

Obviamente no podemos dejar de lado al difunto Jobs y su negocio de manzanas, pero para el caso es lo mismo. Simplemente es una muestra más de las posibilidades de privatización que tiene el capitalismo y que Marx nunca se llegó a imaginar.

Volviendo a lo concreto, tomé una decisión radical: Desde hace más de cuatro años que yo dejé el mundo de Microsoft y me convertí al software libre. Deje mi metro cuadrado de pseudo-seguridad que me brindaba un software pirateado y me sumergí en las aguas de las aplicaciones creadas por la comunidad para la comunidad. ¡Imagínense! Confiaba más en un software robado-pirateado, parchado para pasar los sistemas de seguridad, que en el más estable y seguro de los sistemas operativos: Linux.

El noventa y nueve por ciento de Internet funciona sobre servidores con Linux o Unix, ¿Por qué? Porque es seguro, porque es gratis y porque saca el máximo provecho de un computador.

Y así como yo tengo Ubuntu (una de las cientos de posibilidades que Linux ofrece), decidí probar con mi sobrino una opción más humilde: Lubuntu.

Podría dar miles de explicaciones técnicas, pero el resultado es el siguiente. Con Windows recién instalado el computador demoraba casi tres minutos en iniciarse, abrir el navegador y cargar la página de Google. Con el sistema en mal estado que tenía, el tiempo había subido casi a seis minutos. Con Lubuntu, el sistema demora treinta y cinco segundos en cargarse completamente y tener desplegada una página web. ¡treinta y cinco segundos!.

El resultado: Mi sobrino de seis años solo notó la diferencia en la velocidad. Ni siquiera necesitó que le explicara donde estaban las aplicaciones. Todo estaba funcionando a la perfección. Gratis. Rápido. Seguro.

Con este simple acto me facilité la vida a mi, ya que instalar Lubuntu me tomó unos diecisiete clics y una espera de treinta minutos, sin la necesidad de estar mirando la pantalla, mientras que Windows (en ese computador) me habría tomado cerca de tres horas de esclavitud frente al PC, incluyendo la instalación de todas las aplicaciones necesarias para funcionar adecuadamente; Le facilité la vida a mi hermana, que no tiene que prestarle su propio notebook a mi sobrino; Le facilite la vida al niño y a su padre, ya que están separados por un océano y se comunican a través de Skype (disponible para Linux); Y finalmente -y lo que creo más importante- le mostré un camino diferente, una opción fuera del monopolio, le estoy dando otra posibilidad para actuar en este mundo. Quizás -solo quizás- esto signifique que el día de mañana el pueda entrar a su futuro por la puerta, mientras otros aun tratan de ingresar por la ventana.

Vaya: Conozca Ubuntu, está disponible en todos los idiomas, lo puede probar sin instalarlo.

Si tiene un buen computador pruebe con la más linda de las versiones: Kubuntu (De hecho, gran parte de los efectos visuales de Windows Siete se inspiraron en los espectaculares efectos de Kubuntu y Ubuntu)
Si su máquina es buena pero no tiene tarjeta gráfica de calidad, use la más popular de las distribuciones de Linux: Ubuntu
Si tiene uno un poquito viejo: Xubuntu
Si quiere sacar el máximo partido a un computador viejo o a su netbook: Lubuntu.

Sé que hay cientos de opciones más, pero toda la familia Ubuntu es fácil de usar y como tiene muchos usuarios no cuesta nada encontrar una respuesta frente a cualquier duda.

¡Ah!, por si acaso: Ubuntu significa “Una persona se hace humana a través de las otras personas».

Saludos,

J. Cristóbal Juffe V.
Escribiendo en LibreOffice Writer, desde Lubuntu 11.10

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Actualización: Junio Dos Mil Quince

Hace tiempo dejó de gustarme ubuntu, ahora uso Linux Mint Cinnamon. A mi sobrino finalmente le compraron otro computador, con Windows incluido y cada tres meses hay que volver a reinstalar todo.

 

Fotografía de cabecera (cc) por: inakihuarte