Tapar un hoyo con otro: Geoingeniería

James Watt, padre de la maquina a vapor, dijo alguna vez: “La naturaleza puede conquistarse. Basta con que encontremos su flanco débil.”, y esa ha sido la mirada que la industrialización y la globalización han llevado como pancarta: La lucha del ser humano contra la naturaleza. La premisa de que el desarrollo tiene una directa relación con la autonomía respecto a la tierra que habitamos.

Se tiende a creer que antes de la maquina a vapor no había casi maquinarias, sin embargo, en ese momento había fabricas que funcionaban gracias a la tecnología de los molinos de agua, que no requerían ningún tipo de combustible y que brindaban movimiento casi constante para poder hacer funcionar una fábrica. Sin embargo, las industrias tenían que situarse junto a los ríos, generalmente en zonas rurales, lo que impedía a los empresarios contratar la barata mano de obra disponible en las ciudades y los exponía fácilmente a los “nefastos” efectos de una huelga de sus trabajadores.

Por ello, la llegada de la maquina de vapor, que si bien no fue inventada por Watt, fue mejorada y difundida por él, entregó a los empresarios la posibilidad de poner las fabricas donde ellos quisieran, sin depender de las fuerzas de la naturaleza: Solo necesitaban carbón para poder hacer funcionar la maquina en cualquier lugar y en cualquier condición.

La premisa de la naturaleza como esclava del ser humano es la que nos ha llevado a cometer las más espantosas atrocidades contra nuestra propia fuente de vida: Gigantescas minas de tajo abierto, deforestación global, desertificación de los suelos, contaminación de las aguas, modificaciones genéticas de nuestros alimentos que ponen en riesgo la posibilidad de la naturaleza de auto-reproducirse, extinción masiva de especies, sistemas de alimentación que se basan en torturar a los animales y a las personas involucradas y, sobretodo, la contaminación del aire que nos ha llevado a un, ya inevitable, cambio climático.

Hay una premisa esencial que dice que no se puede resolver un problema haciendo lo mismo que lo causó, sin embargo, pareciera que la humanidad es capaz de tropezar indefinidamente con la misma piedra, ya que no se digna a levantar un poco el pie, sino que pareciéramos esperar que la piedra resuelva el problema.

Eso es la geoingeniería.

Grandes potencias que hasta hace muy poco decían que el cambio climático causado por el ser humano era simplemente un invento de algunos hippies, ahora han asumido que es realidad y en vez de atacar a la base del problema -la generación de los gases de efecto invernadero y el modelo de vida basado en la quema de combustibles fósiles- han decidido seguir con la misma noción “La naturaleza puede conquistarse”

Ahí surge la geoingeniería, que pretende modificar el planeta (¡el planeta!) para reducir los efectos del cambio climático y evitar el colapso de nuestra sociedad.

Si bien las primeras ideas eran casi imposibles de realizar, tales como poner gigantescos espejos en órbita alrededor de la tierra para evitar el ingreso de un porcentaje de luz solar, una de las ideas más plausibles de realizar es la que se ha inspirado en los efectos de los propios volcanes: En la última década del siglo pasado, el Monte Pinatubo, ubicado en Filipinas, al hacer erupción emitió cenizas a la estratosfera que bloquearon parte de la luz solar, reduciendo la temperatura global durante casi tres años.

Los científicos que apoyan la geoingeniería proponen introducir anhídrido sulfúrico y ácido sulfúrico en la estratosfera para emular este efecto y así reducir el calentamiento global.

¿Cuál es el problema? Miles: Una vez que comencemos a hacerlo no podremos parar nunca más, de lo contrario en vez de sufrir un aumento paulatino de la temperatura, tendríamos una subida instantanea; No se saben los efectos reales, ya que no solo reduciría la temperatura, sino que provocaría otros cambios climáticos, que -como siempre- terminarían afectando negativamente a los países más pobres (según las pocas predicciones que se pueden hacer por el momento); No hay forma de hacer simulaciones, solo existe la posibilidad de probarlo a nivel global; Esta medida significa seguir emitiendo gases de efecto invernadero, y el cambio climático es solo uno de los problemas de nuestra economía basada en combustibles fósiles.

Tal como lo señala Naomi Klein, en su último libro “Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima”:

“El hecho de que el clima de la Tierra cambie hasta extremos caóticos y desastrosos es más fácil de aceptar que la idea de transformar la lógica fundamental del capitalismo, fundado sobre el crecimiento y el ánimo de lucro”

 

Fotografía de cabecera (cc) por: alexkess